Aprendiendo a confiar, la libertad de dejar de dirigir tu vida
A medida que vamos conociendo las tendencias de la mente nos damos cuenta de que esta tiende a sentirse insegura e intenta adquirir esa seguridad tratando de controlar lo que sucede. Tiende a querer anticiparse a los acontecimientos y muy a menudo, suele trazar planes antes de que las situaciones ocurran para tenerlo “todo controlado”.
Todos sabemos que las situaciones no suelen suceder como la mente planea, ya que siempre tiende a dramatizarlas en exceso o a idealizarlas de una forma infantil.
La necesidad de controlar nos lleva a intentar dirigir lo que sucede y a los demás, y como literalmente, no podemos dirigir lo que sucede ni tampoco a los demás, entramos en una sensación de rigidez porque nuestro plan se desmorona cuando choca con la realidad.
Esto provoca una gran carga mental que no va a disminuir, a no ser que empecemos a ser capaces de adaptarnos a lo que las circunstancias nos hacen vivir, a fluir con lo que la vida nos presenta, a confiar.
Confiar, permitir que las cosas sucedan sin planificarlas o estar abierto a que la vida te sorprenda no son cosas que la mente, en su estado más inconsciente, disfrute. Y no lo hace porque para que estas cosas se den es necesario estar presente, ser plenamente consciente de este momento, estar abierto y renunciar a una actitud defensiva ante el mundo, una actitud de protección.
Aprender a confiar será uno de los cambios que traerá más paz en tu vida y que te dará más libertad interior. Te permitirá moverte de una forma más libre y tomarás decisiones de una forma mucho más relajada.
¿Cómo podemos conseguir sentir esa sensación de confianza, ese “dejarse llevar” que nos quite peso y preocupación en nuestro día a día?
Pues va a ser necesario hacer un examen interno en el que nos demos cuenta de qué es lo que estamos buscando al tener esa actitud de control, ¿Qué es lo que estamos buscando recibir?
Y al hacerlo tal vez nos percatemos de que intentamos controlar lo que sucede para sentir seguridad, que intentamos controlar o dirigir al otro para protegerle y demostrarle que le queremos, que intentamos influir en el otro para demostrar nuestra valía y que nos reconozcan el mérito, o que intentamos todo lo anterior para que nos quieran, nos acepten y nos amen.
Pero sintiéndolo mucho, en la realidad, cuando intentamos controlar lo que sucede estamos perpetuando nuestra sensación de inseguridad, porque no tenemos dominio sobre lo que queremos controlar y esto nos lleva a vivir mucha frustración.
Cuando intentamos dirigir al otro para protegerle seguramente se sentirá agobiado e interpretará nuestra preocupación como algo asfixiante, no como amor.
O cuando intentamos influir en los demás para que nos valoren probablemente no acaben teniendo demasiado en cuenta nuestra opinión porque en realidad estamos intentando dominar al otro y tratando de dirigir sus reacciones.
Y si ya hacemos todo lo anterior con la secreta esperanza de que los demás nos acepten y nos quieran tenemos todos los ingredientes para que la cosa no vaya nada bien.
Puede parecer muy obvio todo los que hemos dicho pero, inconscientemente, estamos haciendo cosas muy parecidas cada día. Buscando seguridad, reconocimiento, amor o aceptación de una forma completamente equivocada.
Al final de cada retiro o taller que imparto siempre me gusta terminar diciendo esta frase “Vivir es muy fácil, lo difícil es intentar planificar tu vida” y me gusta decirla porque sintetiza muy bien la diferencia entre la mente y el corazón.
La mente condicionada es planificación, anticipación, control. El corazón es apertura, confianza, sentir, presencia, facilidad…
Con esto no quiero decir que no haya que planificar nada, por supuesto que no. La planificación es algo necesario y muy útil en muchos aspectos de la vida, pero la mente lo que suele hacer es “sobre planificar” planificar para controlar, para dominar, para conseguir, en resumen planifica porque tiene miedo, porque no confía.
La expresión “vivir es muy fácil” apunta hacia la plenitud que nos aporta el darnos cuenta del inmenso valor que tiene el simple hecho de estar aquí, de estar vivos, de sentir nuestra presencia, de ser conscientes de la respiración, de la sencillez de simplemente ser…
Es un reconocimiento de una sencillez y una profundidad que te hace sentir que vivir de verdad es algo sencillo y que lo difícil es intentar conseguir cosas para llenar tu vida, logros para valorar tu vida, porque de esas cosas la mente nunca tiene suficiente. Siempre le faltará algo más que conseguir, un logro más que alcanzar, una mea más que cumplir… No hay ningún problema con los objetivos y las metas cuando se buscan desde el corazón y se disfruta del camino hacia ellos más que del hecho de conseguirlos en sí mismo. Cuando dejamos de correr detrás de objetivos para llenar un vacío interior, experimentamos que es sencillo darnos cuenta de que la vida en su más intensa plenitud se encuentra aquí, ahora, sencilla, presente, sin esfuerzo y abierta.
Te invito a que de una forma calmada pero directa explores cuál es tu patrón de control sobre situaciones o personas, a veces será muy evidente y a veces muy sutil. Es un trabajo para ti, para que intentes reconocer si hay algún tipo de actitud a través de la cual estás intentando conseguir seguridad, aceptación, valoración, amor…
Puedes preguntarte en la situación, ¿Por qué quiero ganar esta discusión? ¿Por qué quiero controlar esta situación? ¿Por qué quiero dominar a esta persona? ¿Por qué quiero que tal persona me haga caso o escuche mis consejos?
Hazte preguntas para intentar indagar en el porqué de tu forma de actuar, puede que muchas cosas salgan a la luz y problemas o limitaciones internas se disipen en la luz de este reconocimiento.
Te mando un fuerte abrazo. Que tengas un feliz día 🙏❤️

